Cambios

          Mi vida no pudo haber cambiado más, el último año.

          Se cree que cuando uno tiene auto debe de tener dinero. Pero no es el caso de Ti’ana y yo, mas bien lo que tenemos es suerte y a nuestras familias. Fue por la familia de ella que obtuvimos a Mati y por la mía que no pagamos renta del depto donde vivimos. Esas son las dos cosas que revolucionaron nuestra vida en cosa de dos meses (hace un año).

          En un principio, gracias al auto, el primer mes salimos 4 o 5 veces por la noche a fiestas, conciertos, etc. con toda la comodidad de que tu auto te espera a la salida. También visitamos a los cuates, les dábamos aventón y nos la vivíamos en el auto del tingo al tango.
          Eso fue hasta que nos cambiamos de casa y ahora vivimos a 40 km de la escuela, el trabajo, la familia y los amigos. Ahora tenemos que pensar que a la salida de cualquier cosa, tenemos que movernos por toda la ciudad.

          Tiene sus partes buenas y las malas:
          Salimos a las 5:10 de la mañana de casa y tardamos alrededor de 50 minutos en llegar al trabajo de Ti’ana, con todo y que pasamos por su compañera Dora. Y lo más increíble es que ya hay gente, y mucha: los peseros y el metro vienen hasta la madre y Zaragoza ya está lleno. Si acaso salimos 10 min más tarde, se hace casi hora y media (en vez de 50 min) de trayecto. Antes, cuando vivíamos con mis padres, encendíamos el auto a las 5:58 para llegar 6:08 a su trabajo.
          De regreso es otro pedo totalmente. El tiempo puede variar de una hora y cuarto a dos horas. Pero con la época de lluvias, en La Paz todo se inunda (hasta metro y medio de altura) y se enloda. Además por todos lados hay construcciones y nosotros tenemos la grandiosa suerte de atravesar SEIS obras. Bueno, pues ha habido 3 o 4 días en que hemos hecho hasta CUATRO HORAS. Afortunadamente ya acabaron una obra, que era la que más nos afectaba.
          Pero realmente lo peor es que estamos lejos de los cuates y ya no nos visitan. Y no los culpo, al menos han hecho el intento y si han ido unas cuantas veces. Pero extrañamos las visitas de Dox, siempre le atinaba a llegar en el momento en que se comenzaba a poner candente entre Ti’ y yo. Aesir pasaba al menos una vez a la quincena también. Cuando nos reuníamos era súper fácil vernos.

          Aunque la verdad es que no todo es malo, de hecho estamos más felices a pesar de todo:
          Kiba tiene más espacio, ella fue la más beneficiada, de hecho no perdió nada.

          Todo lo tenemos ordenado a nuestro antojo, la cocina y el refri siempre limpio. Dejamos de pelear con mi familia y ya no nos enteramos de todas las tonteras que hacen. Tenemos una lavadora siempre a nuestro servicio sin ropa de hace 15 días en ella. Tal y como predije nuestros problemas eran causados en un 80% por mi familia.
          Mati se estaciona a dormir a unos 15 metros y si necesitas ir por algo es de boleto.
          En el auto, podemos platicar y oír música. Aunque cuando me siento mal o ando de malas por el tráfico hasta odio conducir. Pinches conductores, no sólo los microbuseros y taxistas son unos idiotas.
          Ti’ana puede cocinar todo lo que queremos. Ella cocina muy rico, desde unas enchiladas con jamón y queso; unas lentejas con tocino, salchicha, jamón; carne; filetes de pescado; quesadillas con hongos hasta todo tipo de ensaladas. Yo odiaba las ensaladas y ahora me gustan las que ella me prepara:


          Esta es una muestra, es un tazón de 45 centímetros de diámetro aproximadamente y ella lo llena de ensalada para nosotros dos... y se acaba muy rápido.

          La verdad es que una vez que llegamos a nuestra casa todo es paz y felicidad. Nada como un hogar con dos gatas hermosas y, desde el viernes pasado, un gato...

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